martes, 11 de noviembre de 2014

Yuppies: un grito de la moda de los 80s.

Un símbolo de los ochenta fueron los yuppies (young urban professionals: Jóvenes profesionales urbanos), los cuales podían llevar traje y corbata sin tener que parecerse necesariamente a sus padres. Para muchos, ello representó una descarga liberadora frente al “terror de la dejadez” que imperaba en los setenta. El yuppie ideal era soltero y no trabajaba en bolsa, era abogado o hacía carrera en medios de comunicación.

           El hombre Yuppie se vestía de acuerdo con el denominado power look que incluía los trajes cruzados de Armani, Hugo Boss o Ralph Lauren, con  hombreras extremadamente similares a las de la serie televisiva “Corrupción en Miami”, eran prácticamente obligatorias. Simbolizaban la ambición y mentalidad de abrirse de paso a codazos. Era la imagen externa de su actitud interior ante la vida. Aunque en algunos diseñadores como Armani la silueta del hombre ganó en masculinidad gracias a las hombreras, en conjunto, los creadores de moda intentaban feminizar la moda masculina. Por fin los hombres podían lucir tejidos suaves y con caída, estrechas corbatas de cuero y zapatos de colores.


               De dia, la mujer Yuppie, tan generalizada como su complemento masculino, llevaba un traje de estilo agresivo y muy entallado, con hombreras igualmente exageradas, faldas cortas y estrechas, y una elegante blusa. Además del traje de negocios, el traie pantalón se generalizo como uniforme de trabajo entre las mujeres con cargos directivos. Las hombreras, tomadas del atuendo masculino permitían irradiar autoridad y poder; así poner en práctica sus ansias de emancipación. Y aunque sus sueldos siguieran siendo peores, lentamente podían empezar a medirse con los hombres en la bolsa o en cualquier despacho. En tanto a la moda nocturna, las muejres seguían siendo igual de agresivas, con hombreras a toda hora, también faldas globos y blusas con mangas abullonadas, de textiles brillates y colores estridentes. Christian Lacroix se destacó en esta época por sus vestidos de noche y su estilo en ese momento neobarroco.
 Las series televisivas como Dallas o Dinastía son ideales para estudiar la moda y el sentimiento vital de los años ochenta. En Dalias, JR Ewing, Bobby, Pamela y Sue Ellen demostraban lo bien que se podía vivir con mucho dinero en un lujoso rancho llamado Southfolk. Pero con las continuas sacudidas que les deparaba el destino parecían querer transmitir también otro mensaje, “El dinero no hace feliz, sólo tranquiliza los nervios”, rezaba una canción del momento. Era algo de lo que los yuppies no querían ni oír hablar: Para ellos, los problemas morales, ideológicos y políticos no existían. ¿Para qué? Después del doble acuerdo de la OTAN en 1982, la paz mundial estaba asegurada completamente.
A mediados de la década, el nuevo héroe popular, Mijail Gorbachov marcó el fin de la guerra fría con la glasnost y la perestroika. Para aquellos que lograron subirse al carro del crecimiento económico, los ochenta fueron más bien un período tranquilo, comparable al de los años cincuenta.

 

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